Intrahistoria es un concepto introducido por Miguel de Unamuno para referirse a la vida
tradicional que sirve de “decorado” a los hechos más visibles. Unamuno compara la Historia
oficial que nos cuentan los medios de comunicación con aquello que ocurre, pero no se publica.
Los medios de comunicación recorren el mismo camino y analizan una historia desde una
perspectiva oficialmente narrada. La intrahistoria convive latente en la sombra, detrás del
escenario público, mientras la mirada de la sociedad se dirige en una sola dirección. La
información que trasciende se percibe como única y verdadera, y nuestra visión de la realidad queda pautada a merced de la prensa, la televisión o la radio. Cuando la prensa se detiene en lo extraordinario y en lo anecdótico, la intrahistoria hace alusión a lo cotidiano, al día a día de los pueblos que conservan su propia memoria y vivencias.
La intrahistoria pone voz a los olvidados, a las personas anónimas y sencillas que nunca serán populares ni dejarán titulares; personas que escriben su propia historia y construyen, silenciosos, la verdadera historia del mundo. Los medios de comunicación maquetan en repetitivas portadas los hechos más “relevantes” de la jornada, sin llegar a alcanzar la profundidad y la esencia de los pueblos. Fuera de los límites de esa realidad enmarcada en pantallas de televisión y ordenador, se esconden otros testimonios, con héroes sin nombres y con mucho que decir. Esta intrahistoria construye la base para la evolución y el progreso.